Tras muchos días de noticias
convulsas y en muchos casos esperadas desde hace tiempo el cuerpo se queda como
mustio, sin fuerzas, sin palabras. No es que nos quedemos sin ánimo y voluntad
sino que se nos presenta como que nunca ese ánimo y voluntad serán suficientes
ante una batería de ataques a nuestra manera de entender la vida y que de
alguna manera modifican la concepción del mundo. Las cosas se nos acercan,
cosas que antes estaban lejanas, se humanizan las conductas de los seres
humanos, se les ve fallones y erráticos, cuando antes los veíamos jugadores de
las grandes ligas. Alguien me dijo hace poco, un gran especialista en derecho,
que no existen los especialistas en derecho, no los hay. Igual ocurre en la
economía, parece ser. Al final se trata de argumentaciones atendiendo a
intereses y de que nuestra postura se imponga sobre las demás. Y luchamos y luchamos
con la esperanza de que nunca pasa nada, pero siempre pasan cosas. Los axiomas
que pensábamos que por ser axiomas eran irreductibles se doblan ante la
realidad como mantequilla, pero es que tenemos una memoria tan frágil, que es la
que sostiene esa realidad…
¿Cuántas veces habré oído a lo
largo de los años que los estados y la administración pública no puede quebrar?
En realidad toda la vida ha estado quebrando, en muchas ocasiones ha habido un
romper y cuenta nueva, muchas, pero eso queda tan guardado en el subconsciente…
Cuando la administración es la
que no puede hacer frente a las deudas es cuando el sistema político de verdad
empieza a desquebrajarse, y las democracias fuertes ya no lo son tanto y otros
miedos se ciernen sobre nuestras cabezas.
Por favor, tengamos un poquito de
sentido común.